La cuarta dimensión es real, pero ¿a quién pertenece?

La imaginación humana se ha inspirado durante siglos en la posibilidad de una dimensión superior. La propiedad de esta dimensión estaba en las dudosas manos de «charlatanes, místicos y escritores de ciencia ficción», por citar un reciente artículo de Michio Kaku, el célebre físico teórico y autor de best-sellers.

En realidad, dado que el Cielo puede considerarse una dimensión superior, la propiedad debería extenderse a la mayoría de los religiosos y a muchas tradiciones espirituales. Pero Kaku no escribía para denigrar el concepto de una realidad más allá de los cinco sentidos. Por el contrario, declara que la tan preciada Teoría del Todo, el santo grial de la física, puede no encontrarse sin añadir una cuarta dimensión a las tres en las que todos navegamos.

Esto es más que una cuestión abstracta

La cuarta dimensión espiritual que describe Kaku no es el tiempo, aunque popularmente se le llame cuarta dimensión. Más bien, la física necesita una cuarta o quinta o más dimensiones espaciales (hiperespacio) para dar sentido matemático al universo. Durante cincuenta o sesenta años este objetivo ha resultado imposible de alcanzar. El problema es que las cuatro fuerzas básicas de la naturaleza -la gravedad, el electromagnetismo y las fuerzas débil y fuerte- son tan diferentes entre sí que sólo la búsqueda de una dimensión superior de «vibración» podría ser la clave para unificarlas.

Lo que más me fascina no es esta búsqueda científica, sino sus implicaciones en la vida cotidiana. Kaku sostiene que la cuarta dimensión es inconcebible para el cerebro humano, y señala la evolución como la razón. Nuestra supervivencia dependía de operar con destreza en tres dimensiones, lo que permitía a nuestros ancestros juzgar cómo localizar y matar la caza y cómo eludir la presa. Una dimensión adicional no era necesaria hasta que las matemáticas y la frustración de los físicos lo hicieron.

Este es el punto en el que la propiedad de las dimensiones superiores se vuelve controvertida. Como el reino de Dios o de los dioses, de los estados superiores de conciencia, de los milagros y de otros eventos llamados sobrenaturales, una dimensión superior era absolutamente necesaria en el pasado. Kaku sostiene que nunca hubo ninguna prueba científica de ese tipo de dimensión superior, lo cual es discutible. Pero aceptemos su punto de vista. La nueva propiedad de las dimensiones superiores barre con todas esas afirmaciones sobre la espiritualidad. Y, sin embargo, hay sorprendentes semejanzas entre ambas concepciones.

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